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Monday, March 10, 2014

Razón y pulsión de muerte: violencia política en el pasado reciente de Guatemala. Artículo publicado en AFEHC, Boletín no. 59. http://www.afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=3659


Juan Pablo Gómez[1]
Bradley Hilgert[2]

Resumen:
En este ensayo reflexionamos acerca de la relación entre violencia, política y genocidio en la historia reciente de Guatemala. Para ello estudiamos una muestra de la producción intelectual sobre dichos tópicos. Los revisamos como campos problemáticos a la vez que mostramos cuáles son las apuestas analíticas que las hacen posibles. El pensamiento estudiado en este ensayo tiene en común la afirmación de que la violencia política en Guatemala es producto de unas estructuras racistas arraigadas en la experiencia colonial. Organizamos el texto en base a dos propuestas de trabajo. La primera estudia el pasado de violencia apoyándose en conceptos como biopolítica. Este análisis muestra cómo la supuesta superioridad blanca nos mueve de una racionalidad que se manifiesta en el orden finca a una necropedagogía que culmina en la eliminación de las poblaciones indígenas. La segunda propuesta complementa la anterior integrando la dimensión psicoanalítica. Pasan a primer plano las estructuras psíquicas que operan y producen el lazo social que admite la experiencia límite del genocidio. La conclusión es que el Estado guatemalteco, tanto como la estructura de poder dominante, ha sido racista, perverso, criminal y psicótico.
Palabras claves: violencia política, racismo, genocidio, Guatemala.

Imagen de: url


Para el artículo completo, ver:
http://www.afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=3659



[1] Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, Universidad Centroamericana (IHNCA-UCA).  Graduate Teaching Assistant, The Ohio State University. Correo: juanp.gomez@ihnca.edu.ni
[2] Graduate Teaching Associate, Departamento de Español y Portugués, The Ohio State University. Correo: hilgert.7@osu.edu

Humanidades abominables/paisajes incomparables. Artículo publicado en Carátula Revista de Cultura Centroamericana. No. 58. http://www.caratula.net/ediciones/58/critica-jpgomez.php

Humanidades abominables/paisajes incomparables: el trópico

Waikna, adventures on the mosquito shore, de G. E. Squier (1855)

Juan Pablo Gómez

Especial curiosidad me suscita la valoración que las sociedades centroamericanas tenemos de los relatos de viajeros europeos y norteamericanos que visitaron estas geografías a lo largo del siglo XIX. Me refiero a la empatía con sus miradas; a la apropiación de una política del vernos y representarnos como sociedad.

Pensadoras críticas centroamericanas han problematizado esta empatía. En el 2011 el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, de la Universidad Centroamericana (IHNCA-UCA), publicó el libro de Ileana Rodríguez titulado Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica. Identidades regionalesmodernidades periféricas . En él la autora pone en jaque los vastos cuerpos bibliográficos producidos por viajeros y diplomáticos sobre Nicaragua, Honduras y Guatemala a lo largo del siglo XIX. Ella desnuda la violencia epistémica y los propósitos colonizadores que se encuentran en un discurso que se esconde en la pretensión de neutralidad interpretativa que en ese entonces pregonaban ramas como la geografía, la arqueología y otras ciencias humanas.
Uno de los viajeros y diplomáticos que Rodríguez estudia es Ephraim George Squier, enviado en 1849 como primer encargado de negocios de los Estados Unidos de Norteamérica para América Central. Squier tiene una profusa obra sobre Centroamérica, su geografía y poblaciones, que ha sido reeditada en más de una ocasión. Menos conocida y estudiada es Waikna, adventures on the mosquito shore, la única novela escrita por él. Producto de su estancia en Centroamérica, fue publicada por primera vez en 1855 bajo el seudónimo de Saml A. Bard .
En este ensayo interrogo esta pieza literaria con el propósito de conocer qué discurso construye Squier en torno al trópico. Como tendremos oportunidad de ver, el discurso en cuestión no es unívoco ni homogéneo. Está formado, al contrario, por curvas de visibilidad y enunciación. El trópico es paisaje, geografía, naturaleza, fauna, flora, lagunas, ríos, selvas, bosques, gentes, culturas. El autor construye cuadros en torno a cada uno de estos elementos, los cuales, vale la pena decir desde ya, son de una naturaleza altamente disruptiva.
Interrogo esta novela como producto de una política de la mirada, de la observación. Importante es mencionar que ésta se encuentra geopolítica y humanamente posicionada: es proyectada desde un sujeto blanco y masculino, autoconsiderado miembro de una ‘raza superior’. A través del seudónimo de Saml Bard, G. Squier ejerce el poder de nombrar y clasificar racialmente las poblaciones que va observando a lo largo de sus desplazamientos geográficos en el trópico y la costa de mosquitia; un poder de nombramiento y valoración de lo visto y lo enunciado. Waikna—que significa ‘hombre’ en miskito— es un texto cultural-imperial en el cual podemos explorar en detalle cómo el trabajo de Squier es heredero y reforzador del patrón de poder que Aníbal Quijano ha llamado la colonialidad del poder .

Para el artículo completo, ver:
http://www.caratula.net/ediciones/58/critica-jpgomez.php

Discutiendo Douglas Porpora: How Holocausts Happen: The United States in Central America


Los que estamos en Ohio


Los que estamos en Nicaragua


...y en Nebraska

Tuesday, February 18, 2014

Retomando el trabajo colectivo - pensando lo político

En las últimas semanas, el colectivo ex/centrO ha retomado el trabajo colectivo.. Hemos empezado a reunirnos, desde Ohio y desde Managua, semanalamente para leer y discutir  textos de interés  para el grupo. El motivo de fondo es la comprensión del fenómeno del “mal”. Esto nos ha llevado, a través de los autores, al estudio del Estado como ente político del que emana la legalidad. Con este interés en mente,  iniciamos con el texto de Hannah Arendt que aborda el juicio de Adolff Eichmann. Lo que vemos en este texto es lo poco excepcional de la persona de Eichmann, ya que operaba completamente de acuerdo con la política y las necesidades de su Estado (para nosotros, criminal y perverso). La defensa de Eichmann– que Arendt acepta, sin absolverle de su responsabilidad ética – es que estaba simplemente cumpliendo órdenes. Esto es lo que Arendt llama la banalidad del mal. Entendiendo eso y preguntando dónde se sitúa lo político en estos casos llegamos a la clara conclusión que hay una brecha entre el Estado y la justicia. Los Estados no son necesariamente justos. Lo político parece situarse en una serie de alianzas completamente coyunturales y que están completamente desvinculadas  de la noción de justicia. ¿Si lo político está necesariamente desvinculado de la justicia, tiene lo político ética alguna, entonces? Esta pregunta nos intrigaba y fue la que guió nuestra siguiente lectura de Joan Ramón Resina sobre el negacionismo en la Corte Constitucional Española. Para Resina, la justicia también se escapa el Estado y se sitúa más bien en el campo de los derechos humanos internacionales. Dicho campo  pone límite a la soberanía del Estado, ya que los derechos de las personas transcienden el Estado. La insuficiencia del Estado con respecto a la justicia otra vez sugirió que había una desconexión entre justicia y Estado - ¿entre lo político y la justicia, entonces? Fue el texto de Carl Schmitt sobre el concepto de lo político el que más nos ayudó pensar esta pregunta, aunque no nos gustó su respuesta. Lo político, para Schmitt, se define como la distinción específica entre amigo-enemigo y la posibilidad real de eliminar al enemigo. El enemigo es la alteridad, el otro que debe ser destruido porque representa una amenaza existencial a nuestro modo de vida. En este sentido, nos dice Schmitt, lo político no representa un campo de la realidad, sino un grado de intensidad que se nutre de las diferentes esferas de la realidad:  lo económico, lo ético, lo religioso, lo estético, etc. Cuando en cualquiera de estos campos se alcanza la suficiente tensión como para declarar a un enemigo, ahí, según Schmitt, se encuentra lo político. Schmitt nos sitúa en una encrucijada: partiendo de una realidad óntica, es decir, existencial, no se puede negar que los grupos humanos se siguen agrupando bajo la distinción de amigo-enemigo. Para el autor, lo mejor que una sociedad puede hacer es tecnificar su estado o aliarse con estados fuertes para defenderse en caso de intensidad extrema (guerra). Para él, la guerra no contiene ética, pues se basa en la defensa de la soberanía.



De esta forma, nos guste o no, nos está diciendo que en el concepto de lo político no cabe la noción de la justicia. Así, reta las nociones liberales en que lo estatal es presentado como lo “negativo” (que hay que minimizar reduciendo la maquinaria estatal) y lo económico como el consenso. Para él, el liberalismo neutraliza su terminología con fines políticos, sin embargo, no titubea al definir a sus amigos o enemigos.

Por un lado, estamos de acuerdo con él sobre este concepto antagonístico de lo político. En el frío, es la distinción amigo-enemigo.  Esto implica que cuando nosotros tratamos de imaginar políticas otras, lo que estamos haciendo es sumar a lo político lo moral o lo ético. Y si es así, ¿cómo nos diferenciamos de la retórica liberal que desplaza lo político con lo económico? ¿Nuestra ‘corrupción’ de lo político no es igual? Y para interrogar a la pregunta, ¿queremos diferenciarnos del discurso liberal que confunde lo económico con lo político? ¿Hay algo en esa lógica que nos mueve a no querer adoptarla? ¿No es que estamos de acuerdo con la idea del consenso con algunos ajustes? Lo que nos parece problemático es que parece como si Schmitt nos dijera que o somos totalitarios o somos liberales/liberalistas. ¿Cómo salimos de este lugar entre la espada y la pared? Para el momento, pensamos en dos posibilidades. 1) Intervenimos (culturalmente, intelectualmente) en la maquinaria del Estado que es la entidad política que define el modo de vida. ¿Si cambiamos cómo definimos el modo de vida, no sería posible cambiar cómo identificamos a las amenazas existenciales? El problema es cómo llegar a tener este poder y hacerlo sin ser totalitarios—sobre este punto nos parece pertinente reflexionar sobre el pensamiento de Álvaro García Linera. Él habla acerca de la necesidad de que estado y sociedad se interpenetren, pero, como es comunista, piensa que una vez “montado” sobre el estado, se debe desmontarlo entregándole la administración (administration) a los movimientos sociales o sociedad civil. Queda pendiente preguntarse, cuál sería la unidad política? Es necesaria una unidad política? –2) La segunda posibilidad que encontramos al pensar Schmitt, tiene que ver con el enemigo. Si para Schmitt el enemigo tiene que ser público, estatal y extremo – de alta intensidad. ¿Habrá una forma de definir el enemigo como una ente antagónica de baja intensidad que no requiere la destrucción? ¿Cómo discutimos con propuestas como las de Schmitt?

Estas preguntas y estas inquietudes llevamos con muchas ganas de aprender cómo imaginar políticas otras al texto de Chantal Mouffe para la siguiente semana.


Saturday, May 25, 2013

Consistencias ex/céntricas: temáticas, problemáticas, archivos

¿Por qué nuestro trabajo es ex/céntrico? Esta es la pregunta inicial alrededor de la cual organizamos el Seminario Pensar Centroamérica, nuestro primer encuentro en sesión plena como colectivo de pensamiento. Dicha pregunta—clave de interrogación para todos los trabajos presentados— nos movió a otras que justamente pasaron por cuestionarnos, más allá de lo político, qué significa para nosotras el ex/centrO, y si lo podemos imaginar fuera de sus relaciones con lo que en nuestro Manifiesto hemos llamado centrO.
El gesto del Seminario nos dio labores parecidas a las de cuarto oscuro, tal cual todavía hace unos pocos años realizaban los fotógrafos: revelar pensamiento, componer imágenes/épocas/gentes, entonar y ampliar ideas. Quizás la metáfora más linda que encontramos en este encuentro fue  lo ‘trans,’ en primer lugar  como prefijo prestado de lo que es transatlántico, transoceánico, y en segundo lugar como categoría de los marcos teóricos de los estudios de las sexualidades. Lo ‘trans’ es flujo, meneíto, oscilación, movimiento, derrame; tal como dijeron los Subalternistas con otras palabras, es todo aquello que se escapa una y mil veces de la dominancia. Implica una desfronterización de las fronteras instituidas a través de la colonialidad del poder—un juego constante de desterritorializaciones y reterritorializaciones. La metáfora nos hace re-pensar las maneras en que nuestras realidades se ordenan e inscriben.  Lo ‘trans’  rebasa las dicotomías que siguen jerarquizando y descalificando la vida en todas sus formas.  En este sentido, encontramos cualidades ‘trans’ en la hibridez, la creolización, el mestizaje, el sincretismo, la transculturación, las zonas fronterizas.
Lo ‘trans’ nos permite imaginar este pensar otro como algo en flujo; es también articulación con los vientos globales de gentes, pensamientos y bienes que contribuyen a una teoría pluriversal que está re-imaginando un mundo sin la dominación violenta del centrO; fuerzas que se mueven a contrapelo de los centros de dominancia.

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Durante el Seminario nuestras participaciones y diálogos fueron diversos. Unas nos referíamos más a nuestros trabajos respecto al Manifiesto. Otras interpelaban directamente las hipótesis o problemáticas de investigación particulares a cada quien. Algunas nos preocupábamos por la coyuntura. Aunque todas las temáticas que presentamos eran ex/céntricas—ya por su enfoque, pertinencia política o actualidad— aún persiste la interrogante de cómo ensamblar nuestras problemáticas de investigación respecto al archivo, métodos y bibliografías mismas que intervienen directo en la manera de pensarlas.
Más allá de las dificultades que identificamos con los archivos –ausencia, discontinuidad y prevalencia de registros oficiales, a veces inaccesibles— compartimos el ímpetu de crear métodos que nos permitan leerlos y escucharlos con una mirada ex/céntrica.

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‘Lo político’, lo ‘universal’, lo ‘contra-hegemónico’, la ‘verdad’, la ‘ética’, ‘la justicia’ y las responsabilidades en torno al pasado son nociones que emergieron repetidamente y corrieron a paso largo en las discusiones. Sin embargo, es una discusión que precisa mayor inversión. A nivel del pensamiento y teoría, afirmamos nuestro interés en el pensamiento producido desde Centroamérica como aporte para re-pensar el mundo. Pensar Centroamérica deviene pensar localizado: pensar desde y con las gentes para servir a la sociedad.

¡Qué tarea es especular!  Especular no solamente significa expandir la mirada al exterior e interior de las subjetividades, valorar el pensamiento y el jeito subalterno, sino también, y mucho más importante, excavar e indagar en sus propias entrañas, los rasgos del centrO que nos han tocado y nos han formado a todas. Es re-pensar constantemente tus miradas, tus deseos, tus palabras, tus goces. Todo esto solo se logra con el amor. El amor es una propuesta radical de mostrar cariño, afecto, y empatía hacia los demás.
No queremos decir – ni ahora ni en el futuro – que hemos resuelto  todo. Lo que sí queremos decir, para citar a Calle 13, es que ‘vamos caminando.’

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Un día después de que el Seminario terminó nos enteramos de los resultados de la sentencia dictada en el juicio por genocidio en el caso de Ríos Montt y Rodríguez. Ser testigos de un acto de justicia, que sienta un precedente a nivel continental, fue un momento único. Una emoción inmensa: la alegría de pensar que algo está cambiando en Guatemala. Escuchar la profundidad y complejidad histórica de tal sentencia fue, también, una oportunidad especial para ampliar nuestro campo analítico sobre la violencia en Centroamérica. A través de la voz de la jueza Barrios, escuchamos muchas otras, las voces silenciadas del pasado. Si bien este proceso identifica a un autor en particular, deja abierta la posibilidad de investigación para procesar a otros involucrados. Y en ese sentido, ella sugiere una revisión de mayor alcance de las estructuras socio-económicas y culturales que permitieron el genocidio, así como otras  complicidades. Por ello, esta sentencia, a pesar de que ahora ha sido anulada, sigue siendo un destello de luz para toda Centroamérica.





Sunday, May 5, 2013

Memoria e Imagen. Artículo publicado en Carátula Revista de Cultura Centroamericana. No. 53. http://www.caratula.net/ediciones/53/cine-apalacios.php


Memoria e Imagen
Palabras Mágicas (para romper un encantamiento)

Adriana Palacios

Una leyenda escrita sobre el asesinato de Sandino en 1934 por órdenes de Anastasio Somoza García, seguida de tomas diurnas del lago de Managua con una voz femenina en off son las imágenes con las que da inicio el documental Palabras Mágicas (para romper un encantamiento) de Mercedes Moncada.[i] Aquí, es la voz de realizadora que habla para convertir al lago en la representación de Sandino, de Managua, de Nicaragua, y la suya propia: “yo soy como este lago, que no es como un río que fluye y es siempre nuevo, sino que guardo y acumulo”. El lago deviene poética de restos, vertedero, basura, una doble metonimia: ideales y abyección. Todo lo anterior transcurre en los primeros cuatro minutos del film, donde, a mi modo de ver, se registran los acordes que escuchamos a lo largo de la película: memoria, traición, repetición de la historia.
Palabras Mágicas (para romper un encantamiento) es un documental narrado en primera persona, que repasa, a partir de la memoria de su realizadora, los últimos cincuenta años de historia política de Nicaragua. El hito de la narración es el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, que, en el film, es denominado ‘Día 0’. En este sentido, la tensión fundamental está dada por la relación entre pasado y presente.

La película es un vaivén entre el ‘Día 0’ y el tránsito del somocismo a la década revolucionaria y a la post revolucionaria. Es en dicho vaivén donde se sitúa la realizadora para  hablar afectivamente de la historia pública, de sus sueños y desencantos. En este afán ella se apoya visualmente en un cóllage de material de archivo—videos y cortos de las épocas de las cuales trata la película. Es un cóllage en el que cada imagen representa un ápice y una totalidad y tiene un peso en la narración de la historia. La realizadora se rinde en silencio ante ellas y las alterna con tomas estetizadas de elementos de la ‘cultura nacional’: la naturaleza circundante al lago de Managua—también la basura y comunidades empobrecidas aledañas que se tornan una extensión de este paisaje—, los volcanes, la gigantona y las fiestas en honor a Santo Domingo de Guzmán, patrono Managua. El film tiene un guión cuya cadencia, a decir de Jean Franco, vacila en lo que pareciera ser: un conjuro.[ii] ¿Son éstas las palabras mágicas aludidas en el título de la película? ¿Es este el encantamiento? Podríamos pensar que sí. No obstante, el apoyo en el material de archivo nos da la posibilidad no solo de ver otros encuadres sino de escuchar otras voces, sonidos, que pueden causar desconcierto si esperábamos que el archivo de este documental, leído como un testimonio, fuera el archivo de la intimidad.

¿Es la Revolución el encantamiento?
Luego de que el Frente Sandinista de Liberación Nacional -FSLN- ganó las elecciones presidenciales en 2006, la memoria hegemónica de la Revolución pasó de ser una épica patriótica cristalizada a un campo de experimentación escritural y de batalla simbólica en la esfera pública. Hay nuevos relatos y genealogías, viejos sentidos reactualizados, borraduras, extrañamientos, olvidos, cruces y silencios. Nuevamente, como durante los años 80, está en escena la reconstrucción de ‘una’ memoria de la Revolución como política pública del Estado.

Más, el Movimiento Renovador Sandinista y el Movimiento de Rescate del Sandinismo, facciones disidentes, también arguyen ser legítimas depositarias de la memoria de la revolución ya que la llevan en carne y hueso, y junta con los valores esenciales del sandinismo; porque ni el FSLN ni su historia después del 90, después del 94, después del 98, después del 2000, después del 2006, después del 2011, serán jamás lo mismo.

Aquí anoto que Palabras Mágicas es de interés porque, como producto cultural, se inscribe bien en la coyuntura actual de discusión pública sobre los usos políticos del pasado y de la memoria de la Revolución Popular Sandinista mencionados anteriormente. Palabras Mágicas es un vehículo de memoria. Más que el signo Revolución, en esta pieza entran en tensión los significados de la dictadura somocista, los años ochenta, la guerra, y lo que algunas hemos denominado como post sandinismo—el regreso al poder de Daniel Ortega en 2006.

***

En este comentario del film deseo posicionarme como espectadora insider porque soy hija de los ochenta y porque la memoria es una de mis temáticas de estudio. Por tanto, en este texto deseo centrarme en dos aspectos. El primero que tienen que ver con las políticas de mirada hacia el pasado, y el segundo, con la pedagogía de la memoria. Una política de mirada es una modalidad crítica de representar y citar el pasado, desordenando la convención, tiene que ver con la administración de imágenes y sentidos. Sin imagen no hay memoria. Al hablar de las pedagogías de la memoria me refiero a los medios y formas culturales a través de los cuales se transmiten y comunican  experiencias entre personas de diferentes generaciones, entre quienes vivieron un acontecimiento y quienes no.

En el film se siente la fuerza imaginaria del archivo, el que se presenta como un material en bruto, como una sucesión de imágenes de decadencia, júbilo, pesadumbre y violencia—algunas de las cuales perfectamente empatarían con el formato de nota roja que vemos actualmente en los telenoticieros o en los talk shows.[iii] En un principio sentí que el gesto de Moncada era plantear una forma de memoria confrontativa (Grinberg) [iv] hacia el proceso revolucionario, a través del uso, por ejemplo, de imágenes de la participación de niños en la insurrección o imágenes de la entrega de ataúdes de caídos en la guerra. Pero fue una sensación.

Para quienes vemos la película la pregunta que surge es si existe la posibilidad de reconocer o de reconocerse en estas imágenes, particularmente en las de la década de los ochenta. Y, más concretamente abrazar sus sentimientos. ¿Sabemos quiénes son los sujetos de este proceso? ¿Sabemos que están haciendo? ¿Sabemos a quiénes interpelan? ¿Por qué dicen lo que dicen? A propósito de estas preguntas fue que advertí en el párrafo anterior que yo era una espectadora insider. Por supuesto que un film tiene niveles de recepción distintos y va cobrando sentido en relación con sus públicos. Sin embargo, pienso sobre cuál es el valor de la imagen, no muda, pero sin texto o comentario, y sobre cuál es su capacidad de generar ‘afectos’ en nuestra generación desconfiada y desmemoriada, ante las ‘respuestas éticas’, a decir de Judith Butler,[v] o políticas que la realizadora parece urgir. Lo digo especialmente porque el film fija su visualidad en las juventudes. En las juventudes revolucionarias y en las juventudes actuales, que la realizadora representa a través de un grupo de jóvenes ‘piedreros’. ¿Sugiere acaso la realizadora que son estas juventudes, ciudadanías, la consecuencia más abyecta de la revolución? ¿Son ellos solamente  máquinas de muerte o violencia activadas por los partidos políticos— en su caso alude al FSLN— en momentos de tensión y crisis  provocadas los procesos electorales? ¿No es acaso esta representación una re-basurización de estos jóvenes? Quiero hablar nuevamente de la imagen del niño detrás de una barricada—que aludí anteriormente—a quién alguien, probablemente un periodista, le pregunta: ¿Qué tenés en la mano? y el niño responde: “una bomba de contacto”.  El entrevistador nuevamente pregunta: “¿No te importa morir? Y el niño responde con voz cansada y temerosa: “No, porque sé que [pausa] más tarde [pausa] esto va a llegar [pausa] a [pausa] pasar a la historia.”

Contraponiendo estas dos imágenes, una del presente representada por los ‘piedreros’ y otra del pasado representada por este niño, me pregunto ¿qué lugar otorgar a cada uno de ellos? ¿Bajo qué ética de la violencia defender lo uno y lo otro? Regresando a ese pasaje del film, ¿podemos escuchar otra pregunta? No es acaso esa pregunta: ¿No te importa matar? Si bien este punto podría darnos una reflexión enorme sobre la cultura de la violencia en nuestro país, y la militarización de sus niñas y juventudes, la película toma posición y salvaguarda este aspecto de la ‘épica insurreccional’ en detrimento de la violencia presente.

Al final del film sentí que este cóllage se fija en lo que parece ser una galería de recuerdos cliché/ready made del somocismo y la revolución. Porque tanto hemos visto imágenes tan similares, sino es que las mismas, que nuestra mirada se obtura, y no las puede registrar más que como estereotipos, perdieron toda su fuerza originaria. Si es que no provocan un campo de invisibilidad, nos confunden. Un día la fotógrafa Claudia Gordillo me dijo que no debía aplastar el valor representacional de la imagen y la formulación implícita dada por su encuadre. Sin embargo, me gustaría agregar, siguiendo a la crítica cultural Nelly Richard, que la imagen también se compone de discursos/textos que son los que la enmarcan en un universo particular de significados.[vi] Es ahí cuando la imagen cobra potencia no solo respecto a su capacidad transitiva sino a su potencial generador de conocimiento crítico de lo que observamos. Y de esto es justamente de lo que se trata.

Sin texto o conocimiento del contexto es imposible una “rememoración eficaz” del pasado, como la llama Hugo Vezzetti.[vii] La rememoración eficaz implica actos de memoria  abiertos a las prácticas de la inteligencia. La desmitificación misma del proceso revolucionario tendría como consecuencia una revisión profunda de una de las décadas más violentas de la historia de Nicaragua y de las ciudadanías que instituyó, de la sociedad que hizo posible. ¿Cómo trabajar una memoria ejemplar sobre la guerra y el servicio militar patriótico, el incesto como política sexual estatal, los fraudes electorales, las relaciones familias-gobernanza y los malos usos del bien público? Este es el debate fundamental que activa el film y en donde entran todas las ciudadanías.

Al contrario de lo que comenté en los párrafos anteriores, cuando el film se mueve hacia  las imágenes de archivo de la postrevolución hay una mayor propensión a la captura de las espectadoras por parte del relato. Esto lo pude percibir a partir de comentarios de espectadoras del film. No solo porque son acontecimientos recientes que les ha tocado vivir sino porque también hay un “humor social” (Vezzetti) que permite empatizar con la crítica que hace Moncada al FSLN actual, directamente a Daniel Ortega y Rosario Murillo. En esto consiste la transmisibilidad del relato y de la memoria, en la existencia de un marco de relaciones y representaciones sociales que posibiliten su comprensión.
Palabras Mágicas es solo un ejemplo más de cómo hablar del pasado; de cómo asumir un pasado en un mercado de subjetividades donde los grupos culturales no solo buscan un rendimiento político favorable de estas narraciones en disputa, sino reconvertir su estatus ciudadano; insistir en la justicia y la reparación. El impulso de Mercedes Moncada de indignación pero también de resentimiento. Se suma a otro archivo, el de la ‘revolución traicionada’. Moncada dice antes de moverse a los años 90: “cuando el humo se disipó, y finalmente pude ver, ya no éramos los mismos, Él [Sandino] ya no estaba, solo queda el espacio que ocupaba, que ahora está vacío.” Estas palabras me recordaron inmediatamente a la sentencia dura con que Violeta Barrios de Chamorro inicia sus autobiografía y que perfectamente podría ser el subtexto de Moncada: “Los ideales de la Revolución han sido traicionados” (1).[viii]

Hoy la voz de Moncada no es única, se une a otras de su generación como las de los excombatientes del Batallón de Lucha Irregular Sócrates Sandino y otras. Hoy quiero creer que en una apuesta por la discusión pública del pasado, por la crítica y la contradicción, que es lo que finalmente permitirá la democratización del relato histórico en este país.



[i] Palabras Mágicas. Para romper un encantamiento. Dir. Mercedes Moncada, 2012.
[ii] Conversación personal con Jean Franco en Managua (Agosto 2012).
[iii] Esta idea es de Ileana Rodríguez y surgió mientras mirábamos juntas la película (Enero 2013).
[iv] Grinberg Pla, Valeria.“En defensa de la afectividad: cine, justicia y ciudadanía”. En Revista de Historia No 27. IHNCA-UCA, 2012 (en prensa)
[v] Butler, Judith. Frames of War. When is life grievable? Londres/ NY: Verso, 2010.
[vi] Richard, Nelly. Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crítico. Buenos Aires: Siglo XXI Eds., 2007.
[vii] Vezzetti, Hugo. Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.
[viii] La traducción es mía. Barrios de Chamorro, Violeta. Dreams of the Heart: the autobiography of President Violeta Barrios de Chamorro of Nicaragua. NY: Simon & Schuster, 1996.